Ray de Lima Viernes, 12 febrero 2016

Nubeluz casi me hace olvidar que Keiko va a ser presidente

El nuevo espectáculo en vivo de Nubeluz trae consigo una ola de emociones y recuerdos. ¿Qué significa esta añoranza para sus fans -ya crecidos- en el contexto del 2016?

Celebrando los 25 años de Nubeluz, Tondero producciones vuelve a tomar provecho de la rentabilidad de la nostalgia trayendo un show reuniendo al elenco original durante siete fechas seguidas esta semana. El espectáculo de tres horas sigue la estructura original del programa y está principalmente construido para una audiencia treintañera con la disposición económica para invertir cientos de soles en cumplir su sueño de ver bailar a las dalinas sobre el escenario en vivo y cantar junto a ellas acerca de cómo nosotros tenemos la magia y nosotros tenemos el poder (dentro de nuestros corazones, dentro de nuestros corazones).

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Foto: Ray Ray Afrika

Es casi imposible hablar de Nubeluz sin hacer referencia al contexto en el que apareció. Incluso en la primera oración en la página de Wikipedia de este programa infantil lleno de arcoiris, concursos, bailes y dibujos animados se habla acerca de cómo su estreno en la década de los 90s ocurrió en un contexto de crisis económica, apagones y atentados terroristas. Para toda una generación de peruanos Nubeluz fue un oasis feliz entre noticias de cochebombas y largas noches sin electricidad. Bajo estas circunstancias sería difícil descartar por completo este contraste como lo que quizá sea una de las razones principales por las que un programa inundado de optimismo perdure tan idealizadamente en las memorias de toda una generación que creció durante una era de terror y Fujimori.

La calidad del show tampoco debe ser menospreciada. Nubeluz siempre tuvo un valor de producción altísimo digno de comparación con las actuales estrellas pop japonesas. El carisma de sus protagonistas, los trajes sexualmente explícitos y lo que supongo que eran leyes más laxas de labor infantil (el elenco menor de edad tenía entrenamientos diarios y performaba sábados y domingos de 8am a 1pm) lograron que Nubeluz alcance una popularidad internacional que pocos shows peruanos han alcanzado desde entonces. La nube de luz llegó a ser transmitida en todo hispanoamérica y llegó a ser doblada para su emisión en países tan distantes como China, Japón, Turquía e India. El culto internacional late hasta hoy y se hace presente durante cada show esta semana, con miembros del club de fans que han viajado hasta Lima para agitar sus banderas de Chile, Argentina y Costa Rica, entre otros. Gianmarco puede tener tres Grammys pero nica tiene fans tan dedicados como los de Nubeluz.

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Foto: Ray Ray Afrika

Entre la audiencia actual vemos sobre todo adultos entre 28 y 35 años, trabajadores profesionales, veteranos del mundo nubecino. La mayoría mujeres, y luego varias parejas de chicos que se saben de memoria las coreografías.

En muchos artículos con respecto a este show se menciona de manera casual a los niños como parte de la audiencia pero creo que debería quedar claro que Nubeluz, en el 2016, a pesar de tener un contenido infantil no está dirigido para un público infantil. Una presencia mínima de menores de 10 años, probablemente traídos por sus padres tratando de transferirles sus gustos vintage, se notaba impactada por la música y visuales pero también parecían sentirse totalmente ajenos o confundidos por el feelin Nubeluz que, debemos recordar, está fundada principalmente sobre el pilar de la nostalgia.

Aún así la producción parece tener intenciones de actualizar el contenido del show incluyendo vestuarios y elementos gráficos de pop moderno estilo Katy Perry. Aparte, hubo todo un segmento con un personaje vestido de iPhone gigante cuya intención fue tomarse una selfie con la audiencia porque, ya sabes, en el siglo XXI no puede haber un show en vivo sin un momento selfie. Nubeluz 2.0.

A lo largo de la noche se dieron varios mensajes poco sutiles acerca de algún tipo de intención sobre volver a traer al aire a Nubeluz. Considerando que el 2008 presuntamente se filmó un piloto y ahora que Tondero se haya involucrado en el asunto, no suena descabellado que lo vuelvan a intentar. Sin embargo, ¿la adicción a los smartphones de la generación millenial les dará tiempo para consumir un producto televisivo aniñado? ¿o Nubeluz solo puede existir como un espectáculo para evocar el pasado de quienes tuvieron sus infancias rescatadas por la fantasía?

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Foto: Ray Ray Afrika 

Nubeluz es casi mítico. La importancia de su existencia durante la era del terrorismo combinado con su final trágico estilo Kurt Cobain eventualmente nos enseñó tanto acerca de la muerte y la depresión como sobre la importancia de la lectura y hacer ejercicios. Personalmente, no recordaba que en Nubeluz también tenían canciones en las que nos transmitía mensajes acerca de que nuestros amigos podrían drogarnos y/o atacarnos sexualmente. Nubeluz nos abrazó, protegiéndonos de la realidad terrible que nos rodeaba y de la que probablemente no estábamos muy conscientes si habíamos nacido después de los mediados de los 80s. Ver el show en vivo hace que uno se sienta nuevamente protegido por esa burbuja de colores en la que podemos olvidar toda la coyuntura de corrupción política masiva en la que vivimos hoy en el 2016 y que pronto nos enfrentaremos a lo que probablemente sean las elecciones presidenciales más cagadas que hayamos visto en nuestras vidas. El pop no nos salvará pero estuvo bueno darle un descanso a los memes de Acuña y las encuestas alarmantes de intención de voto.

Entonces, ¿qué queda ahora para los fans? Pues este show nostálgico que durará hasta el Domingo para que puedan hacer bailar una vez más al niño víctima de la dictadura que todos llevamos dentro. Para convertirse en leyenda algo debe de morir y ojalá Nubeluz selle agraciadamente su historia con con este último show.