denuncia , libertades , noticias , politica , Ray de Lima , sociedad Martes, 7 mayo 2019

«Fui a la Municipalidad de Miraflores a registrarme como ciclista y pusieron mi nombre en un cuaderno Loro amarillo»

Como soy un súper buen ciudadano, apenas me enteré acerca de la nueva ordenanza lanzada por la Municipalidad de Miraflores sobre el registro de ciclistas, agendé un tiempo para ir a cumplir con la nueva regulación.

Llegar al edificio municipal no fue fácil, pues la nueva norma prohíbe que montes bicicleta sobre la vereda. Las combis me chancaron mucho más de lo normal mientras montaba exclusivamente encima de la pista. A pesar de que el área alrededor de la Municipalidad cuenta con mayor cantidad de accesos por ciclovías —quizá de toda la ciudad— no todas las rutas son accesibles en bici, a menos de que transites por el asfalto, junto a los vehículos pesados, como camiones de construcción y cústeres con más de 10 mil soles en papeletas.

Supongo que sería chévere que también existan leyes que prohíban cerrarle el paso a ciclistas o que recojan y dejen pasajeros aleatoriamente en paraderos no  permitidos. ¡Habrá que ser pacientes! Mientras tanto, estoy ahorrando no solo para un nuevo casco, sino también para una armadura de cuerpo completo y tres rosarios para protegerme durante mis trayectos interurbanos.

Hubiese sido irresponsable tomar fotos mientras me atropellaban, pero un minuto en la avenida Pardo bastó para capturar imágenes de acciones ilegales. Imagen: Ray Ray

Hubiese sido irresponsable tomar fotos mientras me atropellaban, pero un minuto en la avenida Pardo bastó para capturar imágenes de acciones ilegales. Imagen: Ray Ray

Llegando a la Municipalidad de Miraflores tuve que buscar un lugar dónde estacionar mi bici apropiadamente. Parte de la nueva ordenanza incluye multas severas para aquellos que amarren sus bicicletas a postes o árboles. Vi a dos genuinos anarquistas zurrarse en esta norma, uno de ellos estacionando y encadenando su bici en la entrada misma de la Municipalidad, y otro dejando su bici amarrada a un árbol antes de entrar a la comuna para hacer un delivery de Glovo. Los guardias del edificio mostraron una tolerancia admirable al no solo no imponerles una multa indicada de S/4200 por estacionar mal, sino que tampoco les regalaron una llamada de atención.

Imagen: Ray Ray

Imagen: Ray Ray

Ya dentro, me acerqué al escritorio de Informes donde entre suspiros ansiosos me dijeron que para registrarme como ciclista debía acercarme a la Gerencia de Participación Vecinal. Dentro de la oficina, una señora sacó un cuaderno Loro amarillo y me pidió el nombre, DNI y correo electrónico.

¿En serio el registro sería así de simple, con papel y lapicero?

Quizá fue mi cara de sorpresa lo que le hizo reaccionar porque no dije absolutamente nada antes de que cambiase de parecer y me indicara que mejor me registre en el módulo que estaba afuera del palacio municipal.

Un señor de la oficina bastante familiarizado con la arquitectura del municipio me llevó hacia el lugar de inscripción. Nos demoramos en llegar porque tomó al menos tres caminos equivocados. Para no volver incómodo el silencio me hizo conversación:

“Va a ser una locura esta nueva ordenanza”.

¿Quizá será porque casi todas los ciclistas realizan acciones que ahora son consideradas ilegales? “Van a empezar a caer papeletas pum pum pum”. Le pregunté si es que mucha gente había venido a registrarse como ciclista antes de mí, pero después de un ‘Eeeh…’ no volvimos a conversar hasta que llegamos al módulo de registro oficial en el que atendía una sola trabajadora municipal.

Imagen : Ray Ray

Imagen : Ray Ray

Había una persona más registrándose antes de mí. Era un señor con chaleco reflector naranja, casco, guantes y demás parafernalia ciclística. Sé que al menos durante media hora nadie más vino porque ese fue el tiempo en el que el señor se demoró en dar una descripción maniáticamente específica acerca de cada parte de su bicicleta, cuánto le costó y dónde la había comprado.

También tuvo tiempo para dar un discurso acerca de la responsabilidad ciudadana en la que me involucró preguntándome si me importaría si le ocurriera algún accidente mientras montaba bici. Le mentí respondiendo que sí y volteó hacia la trabajadora municipal diciendo que «lo que pasa es que los ciclistas vivimos con una moral superior al resto de la sociedad».

Nos dio la mano a todos y se alejó vociferando acerca de cómo el Perú sería mejor si tan solo imitáramos a los países europeos. Si ese señor era el único que había venido a registrarse antes que yo, al menos podía tener la certeza de que estaba en buena compañía.

La señora a cargo del registro y yo intercambiamos unas risas después de lo sucedido antes de que le preguntara si mucha gente había ido a registrarse antes de nosotros.

-“Eeeh…”.

Cambió de tema contándome que el registro para personas naturales era absolutamente voluntario (a pesar de que igual pudiera caerme una multa) y que en realidad estaba dirigido específicamente hacia trabajadores de empresas de delivery como Glovo y Rappi. ‘Son ellos los que paran causando accidentes, chancándole los pies a las personas’. Le recordé que ayer una cúster había atropellado y matado a una chica de 25 años en la avenida Comandante Espinar y me contestó que hay mucho caos entre peatones y ciclistas, y que a través de este registro habría mejor información sobre cuánta gente monta bicicleta para mejorar las ordenanzas.

Es decir, en lugar de realizar estudios para sacar ordenanzas, la municipalidad saca ordenanzas con el objetivo de formar un estudio.

Además, durante el tiempo que se realice dicho estudio, las rutas de acceso para los ciclistas están severamente restringidas, lo que incrementa de manera dramática el riesgo de ser chancado por un chofer loco. Un pequeño riesgo que tomar mientras la municipalidad desarrolla su innovador método de investigación.

Después de unos minutos, por fin me pidió mis datos y los colocó en una hoja de Excel en su computadora que, después de anotar mi DNI, se apagó y no pudo volver a ser reiniciada. Ojalá no se haya borrado toda la información que había registrado antes de mí. Aunque pensándolo bien, quizá solo fue ese tío loco ciclista.

Después de varios intentos fallidos de re-enchufar la compu, la trabajadora municipal se rindió y me dijo que tendría que anotar mis datos a mano, nomás. No lo podía creer al comienzo, pero sacó otro cuaderno Loro amarillo y me volvió a pedir los datos. Nombre, DNI, dirección y tipo de bici que poseo.

Noté que no solo no me pidió mi DNI para verificar la validez de mis datos, sino tampoco me pidió ninguna prueba de que yo fuese dueño de la bicicleta que decía poseer.

Supongo que alguien fácilmente podría anotar el número de registro de una bicicleta ajena y ponerla oficialmente como suya en la Municipalidad de Miraflores sin ningún problema, pero luego recordé que dijeron que los ciclistas tenemos una moralidad superior al resto de la sociedad y pensé que sería imposible que alguien se aprovechara del sistema de esa manera.

Imagen: Ray Ray

Imagen: Ray Ray

Le pedí que me tomara una foto para conmemorar mi registro como ciclista y me despedí. Salí con mi bici por la ciclovía, pero no sin problemas ya que un policía motorizado se había infiltrado en ella. No es la primera vez que me pasa.

Imagen: Ray Ray

Imagen: Ray Ray

A la hora del almuerzo, compré cantidades industriales de chifa que colgué en el timón de mi bicicleta camino a casa. Después de haberme registrado oficialmente como ciclista en Miraflores me sentí tranquilo: cargar esa cantidad de comida solo hubiera sido un problema si trabajara para una empresa como Glovo o Rappi. Como soy una persona natural, mágicamente nada de esto me afecta a mí, a los demás o al tráfico.